Del
encuentro sublimado al encuentro realizado, infinitas palabras
escritas. De extraños y de extrañarse, que la fantasía los
mantuvo en vilo con una ansiedad reprimida. Las imaginarias caricias
de toda aquella osadía, envueltas en un paquete rojo de una calle
perdida. Que la vida les había puesto la consigna, que de la idea
magnífica la realidad es bien distinta. Pero sin compasión por las
sabidas sensaciones posteriores, sin culpa ni agonía. Que por corto
o largo de ese día, que ya sabían lo que venía. Que por injusto no
dejó de darles un gusto de calidad desmedida. Por un amor de
plastilina decidieron dejar salir el egoísmo que los desvanecía.
Que no pensaron en ese instante eterno en otra cosa más que en la
magia que los unía.
Que todavía hoy no saben qué vale más, si una sonrisa virtual contenida o las mil y una gotas de sudor que por sus cuerpos corrían.
Que todavía hoy no saben qué vale más, si una sonrisa virtual contenida o las mil y una gotas de sudor que por sus cuerpos corrían.
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